El COVID-19 no termina de sorprendernos. La mayoría de las veces, para mal. Pero de vez en cuando, aparecen excepciones, que nos devuelven el brillo a los ojos y nos confirman que aun con su diagnóstico en las peores circunstancias, ¡hay esperanza! Como la experiencia vivida por un paciente de cáncer, que tiene a los científicos del mundo impresionados.
Y es que desde comienzos de la pandemia, supimos que los pacientes de cáncer encajan en la lista de personas más vulnerables a esta infección respiratoria, debido a su debilitado sistema inmunológico. Sin embargo, ahora son las propias defensas de un adulto mayor quienes están dando la sorpresa.
El paciente fuera de serie
El caso en cuestión apareció citado en la revista British Journal In Haematology a comienzos de enero. Se trata de un paciente de insuficiencia renal, de 61 años de edad. Hace tres años le realizaron un trasplante de riñón que no funcionó y debía recibir hemodiálisis para mantenerse con vida.
Cuando comenzó a perder peso y a sufrir de adenopatías progresivas, es decir, aumento de los ganglios linfáticos, decidieron practicarle una biopsia. Los resultados mostraron linfoma de Hodgkin o cáncer en el sistema linfático, en grado III.
Al poco tiempo de recibir ese pésimo diagnóstico, comenzó a tener problemas para respirar y silbidos al expulsar el aire. Entonces vino lo peor: un examen PCR que mostró que además del cáncer, se había contagiado de COVID-19.
Pasó once días hospitalizado, recibiendo atención de apoyo, la cual no ha sido especificada. Solo se sabe que no recibió corticosteroide ni inmunoquimioterapia. Luego, se le indicó que continuara su recuperación en casa.
La gran sorpresa tanto para él, como para sus médicos vino cuatro meses más tarde, cuando además de ver que no tenía la carga viral del COVID-19, al comparar las imágenes de su cáncer, comprobaron que se había reducido de manera impresionante.
¿Cómo se explica que una persona inmunodeprimida no solo logre superar el virus, sino que disminuya el cáncer?
La respuesta todavía no está clara. Sin embargo, los expertos a su cargo suponen que podría estar en que el virus impulsó una respuesta inmunitaria que ayudó a combatir el tumor. Algo que no es nuevo para la ciencia. De hecho, la estimulación del sistema inmune es la base de la inmunoterapia. En otros casos, especialmente relacionados al VIH o a algunos tipos de cáncer como el de vejiga, también se han visto pacientes en los que las células T, que combaten los patógenos, ayudadas por algunas células inflamatorias que aparecen para combatir una infección, se activan a tal punto, que terminan arrasando con tumores u otros problemas.
En resumen, se trata de estimular al sistema inmune al punto exacto, para que responda y arrase con todo lo que puede estar atacando al cuerpo, utilizando esa conexión inseparable entre la respuesta inflamatoria y las defensas.
Otro caso esperanzador
Una paciente de 63 años, con un sistema inmunodeprimido, debido a antecedentes de linfoma no Hodgkin, quien además, permaneció infectada de COVID-19 por 12 semanas, logró superarlo gracias al plasma convaleciente.
Su caso también ha llamado la atención de los expertos de Connecticut, Estados Unidos, pues se encontraba en remisión, recibiendo terapia de mantenimiento con anticuerpos monoclonales, cuando dio positivo al COVID-19.
Durante tres meses experimentó síntomas como fiebre, dolor corporal y tos, que aumentaba y disminuía, pero nunca sufrió de problemas respiratorios graves, a pesar de su fragilidad. 88 días después de ser diagnosticada con el virus, que no desaparecía de su organismo, fue tratada con plasma convaleciente, el cual finalmente dio resultados positivos.
¿Cómo mejoró esta paciente?
Aun no está completamente claro, como tampoco lo está la aparición de infecciones crónicas y reinfecciones, algo que está empezando a ocurrir de manera más frecuente.
Los anticuerpos parecen tener un papel importante de protección para los síntomas más graves, especialmente en pacientes inmunodeprimidos.
Hay muchas pregunptas sobre este complejo virus que todavía no tienen respuesta. Pero casos como estos nos devuelven la esperanza de nuevos descubrimientos que ayuden a combatirlo, al tiempo que apoyan otras enfermedades. Y nos demuestran una vez más que el cuerpo humano en ocasiones puede superar sus propias flaquezas y diversos enemigos al mismo tiempo, incluso, en los peores escenarios. Un mal diagnóstico nunca es la última palabra. ¡Hay que seguir dando la batalla y abrirse a estas sorpresas!
Sigamos creyendo, educándonos y siendo más saludables, ¡juntos!
Tus amigos de Santo Remedio