Aunque no es igual en todas las mujeres, suele ocurrir de manera paulatina a partir de los 40 años. Sin embargo, puede adelantarse drásticamente debido a enfermedades o ciertos tratamientos médicos.

Se considera que estamos en la menopausia cuando ya han pasado 12 meses desde el ultimo ciclo menstrual.

Durante la transición a la menopausia o perimenopausia, muchas mujeres ya comienzan a tener cambios en sus ciclos mensuales, pueden pasar algunos meses sin el periodo y luego volver a tenerlo, así como pueden experimentar paulatinamente sofocos, problemas para dormir, cambios de ánimo u otros síntomas. Este proceso suele durar entre 7 y 14 años.

Debido a que los ovarios disminuyen paulatinamente la producción de las hormonas estrógeno y progesterona, hasta que finalmente dejan de producirlas. La menopausia es diferente en cada mujer, pero en general produce una serie de
síntomas en su cuerpo, como sofocos y sudoración nocturna, problemas para dormir, disminución del libido, cambios de humor, baja energía y otros que pueden afectar su calidad de vida.

Los estrógenos están relacionados a distintas funciones del cuerpo, por eso es que al dejar de producirse, alteran ciertas funciones, elevando el riesgo de desarrollar algunos problemas de salud. Entre los más importantes están el aumento del riesgo de problemas cardiacos, como ataques o accidentes cerebrovasculares, infecciones urinarias y osteoporosis.

El calor excesivo es el síntoma más común durante este proceso. Afecta al 80% de las mujeres y puede durar varios años. Se deben
principalmente a que los estrógenos también intervienen en la regulación de la temperatura corporal. Al perder esos estrógenos, la termorregulación se
desestabiliza y cada vez que el cuerpo percibe un pequeño aumento de temperatura, responde a través del sudor y de sofocos exagerados, tratando de estabilizarla. Contrario a lo que parezca, el ejercicio físico constante durante esta etapa ayuda a estabilizar paulatinamente la temperatura.

La baja de estrógenos también interfiere en la termogénesis o quema de calorías del cuerpo. Además, se pierde más masa
muscular. Por esta razón, aunque sigamos comiendo lo mismo y haciendo el mismo nivel de ejercicio, la grasa no se quema con la misma rapidez y se va acumulando especialmente alrededor del abdomen. Esto, a su vez, aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y deterioro de los principales órganos.

La baja de estrógenos produce sequedad en la piel y en todas las mucosas del cuerpo, como las mucosas de los ojos, del intestino y
de la zona vaginal. Cuando la sequedad vaginal no se trata, puede avanzar, afectando el suelo pélvico y el sistema urinario. Por eso es muy común que este síntoma provoque desde ardor y dolor durante las relaciones sexuales, hasta molestias para orinar, infecciones vaginales e incontinencia urinaria.

Es muy común que estos cambios alteren la relación de la pareja. Aunque muchas mujeres siguen disfrutando de la intimidad sin mayores inconvenientes, para otras las relaciones sexuales se convierten en un desafío.
Es importante tratar de mantener una buena comunicación con la pareja sobre este tema, acudir a un especialista para buscar opciones que puedan ayudar a combatir la sequedad vaginal, aprender ejercicios para reforzar el suelo pélvico, así como realizar terapias conductuales y de pareja si es necesario.

El sistema nervioso central, que es el que controla nuestro estado de ánimo, también se ve afectado por la pérdida de estrógenos, cambiando nuestra sensación de bienestar. Por eso en esta etapa
suele disminuir la energía, nos fatigamos más fácilmente, hay menos concentración, mayor irritabilidad, cambios de humor y tendencia a la depresión.

Por varias razones. Los estrógenos intervienen en la quema de grasa. Por eso, al bajar la producción de estrógenos, la quema de calorías disminuye, ayudando a que se acumule más tejido adiposo, grasa y colesterol, especialmente alrededor del abdomen, de los principales órganos y en las arterias. Estas también se deterioran más fácilmente con la falta de estrógenos.

La baja de los estrógenos también afecta la musculatura y la densidad ósea, haciendo que nuestra estructura musculoesquelética se debilite. Por eso es fundamental acudir al médico para realizar exámenes de densidad ósea y niveles de vitamina D, entre otros, que nos permitan tomar medidas a tiempo. También es importante consumir proteínas de buena calidad y realizar ejercicios de peso que ayuden a mantener y desarrollar la masa muscular.

El tratamiento más común es el reemplazo hormonal. Sin embargo, no es apto para todas las mujeres ya que podría tener efectos secundarios como incremento del riesgo de ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, cáncer de seno y coágulos en los pulmones, entre otros. También existen alternativas naturales como fitoestrógenos (estrógenos de las plantas) y hormonas bioidénticas, entre otros. Habla con tu ginecólogo sobre las opciones más adecuadas para ti.

Cada día hay más investigaciones sobre suplementos vitamínicos o herbales que pueden apoyar durante el proceso de la menopausia, ayudando a controlar algunos de sus síntomas como los sofocos, el insomnio y la sequedad vaginal. Habla con tu médico sobre las mejores opciones para ti.

Los cambios de hábitos son muy importantes. Estos son
algunos aspectos que puedes considerar:

• Dejar de fumar.
• Evitar el alcohol.
• Analizar con tu médico un plan nutricional específico y aumentar la actividad física para contrarrestar el aumento de grasa.
• Mejorar tu rutina de sueño. Dormir más y mejor es clave para apoyar la regulación de las hormonas, el estado de ánimo y la quema de grasa.
• Buscar terapias complementarias como acupuntura y respiración controlada entre otras.
• Buscar una terapia de apoyo conductual.
• Unirte a una comunidad donde puedes compartir tus experiencias, obtener información y motivación.