¿Te acuerdas cuando tu mamá te repetía: “dime con quién andas y te diré quién eres”, cada vez que te veía con tus amigas? Ahhh… Es que los seres humanos ¡somos tan predecibles! Aunque no lo creamos, dejamos muy poco a la imaginación. Basta que alguien observe atentamente nuestra piel, nuestro comportamiento o nuestro entorno para sacarnos la foto completa. De hecho, ¿sabías que el interior de tu refrigerador es como un “test casero express” de lo que podría estar pasando o pasar a corto plazo con tu salud? ¡Tal cual! Esto, porque el tipo de comida que mantienes ahí es un claro indicativo de las elecciones que haces a la hora de alimentarte. Y por supuesto, eso marca la gran diferencia entre una mala o buena salud. Por eso aquí te vamos a dar un repaso sobre las peores opciones y cómo podrías mejorarlas.
¿Ganas de algo dulce?
Si tu refrigerador está lleno de helados de distintos sabores, pastelitos, salsas y mermeladas, no es muy alentador. Los productos dulces no solo tienen gran cantidad de azúcar, sino además sal, grasa, preservantes, colorantes y saborizantes artificiales, que son una bomba de tiempo para tu salud. ¿Qué crees que pueda pasar, aparte de dañar el esmalte de tus dientes? Lo más probable es que si actualmente no lo tienes, muy pronto sufras de:
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Mayor inflamación
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Aumento de peso
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Resistencia a la insulina
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Diabetes
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Obesidad
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Hígado graso
¿Cómo reemplazarlos?
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Con frutas frescas y vegetales, que son la mejor manera de disfrutar los distintos sabores de los alimentos, incluyendo lo dulce, con el aporte de antioxidantes, minerales y fibra, ¡mucha fibra! (3, 4)
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Si realmente tienes delirio por lo dulce, prepara tus propios helados de frutas frescas o congeladas, batidos, postres y jugos, sin aditivos. También puedes probar un sinfín de ensaladas, jugos o batidos verdes con los vegetales. Cuando recibimos los nutrientes de estos productos, disminuyen las ansias de azúcar, mejorando nuestras posibilidades de llevar una dieta sana a largo plazo. (5)
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También puedes agregar a tus jugos o batidos fibra extra con semillas de chía, linaza o nopal, para ayudar a acelerar la sensación de satisfacción y eliminar los carbohidratos, especialmente el azúcar. (6)
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Otra excelente manera de suplir esa necesidad de azúcar es sumando proteína de calidad a tu alimentación diaria (7). Agrégale una medida de proteína de suero de leche a tu batido favorito o a la mezcla de panqueques con frutas del desayuno y te sentirás más satisfecha y por más tiempo. Eso sí, debes revisar que la proteína no contenga azúcar o tenga lo mínimo.
Platillos rápidos ¡pero peligrosísimos!
Desde que dejamos de tener tiempo para cocinar, los alimentos congelados le han salvado la cena a millones de familias, pero también las han llevado directo al hospital (8). Las pizzas, hamburguesas congeladas, pastas y embutidos son otros ejemplos de peligrosas opciones que guardamos en nuestro refrigerador. ¿Sabes la cantidad de grasas saturadas que podemos agregarle a nuestro cuerpo con un solo producto? ¡Muchísima! Una hamburguesa congelada tiene en promedio unos 10 gramos de grasas, de los cuales, la mitad son saturadas (9). Y, ¿qué decir de los desayunos que incluyen salchicha, huevo y queso, listos para calentar? Dependiendo de la marca, pueden llegar a más del doble de grasas (10), las cuales se acumulan y obstruyen las arterias, afectando nuestro corazón y cerebro. Toma en cuenta que la Asociación Americana del Corazón recomienda consumir un máximo de 13 gramos de grasa saturada por día. (11)
¿Cómo reemplazarlos?
Por productos que tengan grasas pero insaturadas, que son beneficiosas para el organismo, como: salmón, trucha, arenque, atún y caballa, así como mariscos. Son ricos en aceites omega 3 que colabora combatiendo la inflamación y eliminando los lípidos de las arterias. (12)
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Nueces, almendras, cashews y frutos secos en general.
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Semillas de ajonjolí, calabaza y linaza.
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Aceite de oliva.
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Leche baja en grasa (2%) o las versiones vegetales como de coco, almendra o soya.
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Si te encanta untar las tostadas con margarina o mantequilla, puedes reemplazarlas por guacamole o un poquito de mantequilla de maní o de almendra.
La sed, una buena excusa
Pocos hogares no guardan un espacio sagrado de su refrigerador para lo que creen es la sección “para matar la sed”, que incluye: gaseosas, jugos azucarados y cervezas. ¿En serio? Pésima excusa. Este tipo de líquidos lo que menos hace ¡es calmar la sed! En cambio, ayuda a subir de peso, a sufrir de obesidad, aumentar el riesgo diabetes tipo 2, de enfermedades cardíacas y otras de tipo inflamatorio. (13)
Un dato que deben tener en cuenta las mujeres: aquellas que beben bebidas azucaradas todos los días duplican el riesgo de desarrollar diabetes (14).
En el caso de la cerveza, muchos piensan que como no tienen tanto alcohol son “menos dañinas”. Lo cierto es también pueden causar sangrado estomacal, daño en el páncreas, en el hígado y la hinchazón del estómago o lo que comúnmente llamamos “barriga de cerveza”, que en algunos casos se debe a un nivel de intolerancia al gluten que contiene la cebada (salvo aquellas que dicen “gluten free”). (15)
¿Cómo reemplazarlas?
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Con agua pura, que puedes beber de forma más creativa poniéndole algunos toques como rodajas de naranja, limón, fresas o piña para darle una pizca de sabor.
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Si te gusta beber jugos de frutas, que sean hechos de “zumos” naturales mezclados con agua o hielo para disminuir un poco el azúcar de aquellas que son más dulces como la sandía.
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Prueba también con algún té funcional, como té verde, té de Jamaica o té de pasiflora. Puedes preparar más de una taza, dejarlo enfriar, agregarle hojas de menta, albahaca, fresas o arándanos congelados, hielo y mantenerlo en el refrigerador para beberlo durante el día. Será muchísimo más efectivo contra la sed y más saludable.
Un “allanamiento” de vez en cuando al refrigerador, con el claro objetivo de mejorar tu salud, puede marcar un inmenso cambio en tu bienestar y en el de tu familia.
Seamos más saludables, juntos.
Tu equipo Santo Remedio