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Microbiota: El Poder Microscrópico Detrás de Nuestra Mente y Nuestra Salud

Microbiota: El Poder Microscrópico Detrás de Nuestra Mente y Nuestra Salud

Seguramente en más de una ocasión, en que has explotado contra alguien, te han dicho que reaccionaste con el estómago y no con tu cerebro. ¡A muchos nos pasa! Pero, ¿sabes? ¡Puede que hayan tenido razón! Porque nuestro intestino y lo que hay en este tienen más poder del que imaginamos frente a nuestra manera de actuar, nuestros impulsos, defensas y en nuestra salud en general. Incluso, la investigación ha revelado importante información sobre el papel relevante que tiene en enfermedades como el Parkinson, cáncer y síndromes como el autismo (1). La buena noticia es que podemos hacer mucho por mejorar esa comunidad microscópica que tenemos en nuestro interior.

¿Microbiota, microbioma o flora intestinal?

Sabemos que somos un conjunto de millones de células. Pero ese número queda pequeño al compararlo con los 100 billones de microorganismos que pueblan nuestro sistema gastrointestinal, llamado microbiota. ¡Es 10 veces más que el número de células que tenemos en total! (2)

La microbiota o microbioma humano, es lo que antes se conocía como “flora intestinal”, y son todos los microorganismos que viven en nuestro intestino, especialmente en el grueso, incluyendo bacterias, hongos, levadura, virus e incluso, parásitos. Algunos positivos y otros no tanto. Pero del equilibrio que exista entre unos y otros depende muchísimo nuestro bienestar general. (3)

Fisiológicamente ayudan a que se fermenten algunas sustancias de los alimentos como los carbohidratos y la fibra. Sin embargo, su minúsculo tamaño no refleja el enorme impacto que tienen sobre nuestra calidad de vida, porque apoyan diversas funciones metabólicas, así como nos protegen contra virus y bacterias externas que puedan atacarnos y también regulan nuestro sistema inmunológico. (3)

Esta comunidad de microorganismos no siempre es igual. Por ejemplo, puede cambiar durante algunos procesos de nuestra vida, como el embarazo, también en momentos de mucho estrés, de acuerdo a nuestra dieta o al consumo de drogas y medicamentos. (4)

Cada día aparecen nuevos estudios que demuestran que dependiendo de cómo esté esta microbiota o microbioma se pueden desarrollar problemas como:

  • Inflamación crónica del cerebro, que puede llevar a muerte celular y disminución de la capacidad de regenaración, exceso de sensibilidad e incluso, problemas de coordinación.

  • Enfermedades como el cáncer.

  • Deterioro de nuestra salud mental y desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson. (5) En realidad interviene en casi todos los aspectos de la salud. (3)

Su impacto en nuestra salud mental y en la manera de relacionarnos

Es quizás, su papel en la relación intestino-cerebro que tiene que ver con el comportamiento, el efecto más sorprendente. Pues se ha descubierto que la microbiota regula el estado anímico, la ansiedad, la capacidad cognitiva e incluso, nuestra reacción ante el dolor. (4) Se ha encontrado que su injerencia es tan relevante, que influye enormemente en la forma en que nos conectamos con los demás y en la salud mental en general.

Es tan impresionante la labor que tiene esta comunidad invisible de nuestro organismo en cuanto a la función cerebral, que se ha encontrado una estrecha relación entre la salud de la microbiota y los síntomas del autismo. De hecho, de acuerdo a algunas investigaciones, hasta un 70% de las personas con autismo muestran problemas gastrointestinales debido al desequilibrio en la microbiota.(6) Por lo tanto, al mejorarla se obtienen cambios drásticos, especialmente aquellos relacionados a la interacción social. (5) Y eso, funciona para todos.

Lo que se sabe hasta ahora del funcionamiento entre la microbiota y el cerebro, es que si esa comunidad microscópica está mal, desequilibrada, con mayor cantidad de bacterias malas que buenas, entonces nuestro “computador”, es decir, el cerebro, no puede realizar las conexiones de manera precisa. Además, ese desequilibrio deja a nuestro organismo desprotegido, porque las bacterias malas se convierten en toxinas que entran a nuestra sangre, al igual que bajan la guardia para que los patógenos lo hagan. Para defendernos, nuestro organismo responde con inflamación que se puede volver crónica, complicando más las cosas, pues se producen diversas enfermedades, nuestro ánimo se desestabiliza, sumando otras consecuencias.

¿Qué podemos hacer al respecto?

Para que todo ese microsistema funcione a la medida de nuestras necesidades se requiere que exista una barrera de mucosidad en las paredes del intestino saludable, para que las bacterias nocivas no traspasen otros tejidos y causen daño.

También se necesita que exista equilibrio entre las bacterias, pero con un amplio espectro en cuanto a la diversidad. (7) (2)

¿Y cómo se logra?

  • Reduciendo o idealmente, eliminando el azúcar y los alimentos procesados. En ciertos casos de alergias, también es apropiado verificar con un especialista si productos como lácteos, gluten, algunos tipos de vegetales o nueces deben también evitarse.

  • * Sumando prebióticos o alimentos que “nutren” nuestra flora intestinal y que al trabajar junto a los probióticos aumentan sus efectos positivos en el microbioma y por lo tanto, en la salud en general. Algunos ejemplos: vegetales de hoja verde intenso, bananas, cebollas, ajo, alcachofas y granos integrales, entre otros. (8)

  • Sumando probióticos que, tal como significa su nombre derivado del griego son alimentos “para la vida”, que contienen bacterias vivas que ayudan a mejorar la microbiota. Las opciones más conocidas son el yogurt, kefir, kombucha, chucrut, microalgas y todos aquellos que contienen Lactobacilos y Bifidobacterias.(9)

  • Consumiendo mayor cantidad de productos frescos que contengan enzimas digestivas o bien, suplementándolas para apoyar las que tenemos en nuestro cuerpo y que facilitan el metabolismo, la digestión, ayudan a depurar la sangre, mejorar nuestras defensas e incluso, nutrir nuestro cerebro. Hay frutas como las piñas o la papaya que son abundantes en diferentes enzimas como bromelina y papaína, cuando están frescas. Se ha descubierto, por ejemplo, que la suplementación de enzimas pancreáticas ayuda a modificar y mejorar la microbiota, ayudando a fortalecer la mucosidad de las paredes intestinales y ayudando a absorber grasas y proteínas, entre otras cosas.(10)

Como ves, la “integración” de nuestros sistemas es impresionante y por eso, el cuidado también necesita ser integral. Por eso, crear una comunidad de microorganismos que convivan en armonía en nuestros intestinos nos puede brindar esa misma calidad de vida, gracias a un cerebro que reciba y dé las señales correctas y una salud general que esté en sintonía.

Seamos más saludables, ¡juntos!

Tus amigos de Santo Remedio

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