¿Te ha dicho alguien que dejes hablar a tu corazón y no a tu cerebro o viceversa? Seguramente cientos de veces. Pero más allá de una expresión popular, hay una estrecha relación que une estos dos órganos fundamentales y que puede costarnos el deterioro de nuestras facultades mentales.
Ya sabemos que las emociones o ciertos estados mentales pueden afectar nuestro corazón, al punto de llevarnos a crear una experiencia similar a un infarto. Sin embargo, también se ha comprobado que las personas que presentan afecciones cardíacas son más propensas a desarrollar demencia. Algo que es todavía más fácil de que ocurra en algunas mujeres. Veamos por qué.
La importancia de reconocer el vínculo
Se estima que para el año 2030 habrá 60 millones de personas en el mundo con demencia. Por lo tanto, aprender a prevenirla y tratarla de manera más certera, integral y oportuna es fundamental. Frente a esto, cada día aparecen nuevos datos que muestran la estrecha conexión entre el cerebro y el corazón. Tanto así, que el 2012 se realizó en París, Francia, la primera conferencia internacional sobre el tema (Heart & Brain Conference), con el propósito de iniciar un enfoque global de prevención y tratamientos, reconociendo que los factores de riesgo cardiovascular afectan directamente la función cognitiva, aumentando la posibilidad de enfermedades como el Alzheimer. (1)
Precisamente, un dato que es fundamental para entender la importancia de enfrentar el cuidado de ambos órganos con un enfoque unificado es que los factores de riesgo que pueden producir un ataque cardíaco, al estrechar los vasos sanguíneos y dejar de bombear suficiente sangre y oxígeno al corazón, pueden ocasionar el mismo daño en el cerebro. Es decir, factores como obesidad, hipertensión, colesterol, diabetes y cigarrillo, que empujan enfermedades cardíacas, no son distintos a los que tienen que ver con el deterioro cognitivo, incluyendo demencia y Alzheimer.
La llamada de alerta a las mujeres posmenopáusicas
La Asociación Americana del Corazón, el año 2013, publicó los resultados del seguimiento de una iniciativa interdisciplinaria llamada Women's Health Initiative Memory Study (WHIMS), realizada entre once universidades y hospitales de Alemania y Estados Unidos, que siguió a 6455 mujeres posmenopáusicas, entre 65 y 79 años, en pleno uso de sus capacidades cognitivas. El propósito fue evaluar durante un promedio de 8 años la incidencia de deterioro cognitivo a partir de sus condiciones de salud. (2)
Los resultados mostraron que aquellas mujeres que presentaban enfermedades cardiovasculares (ECV) tendían a desarrollar mayor riesgo de deterioro cognitivo. Y dentro de ese grupo, las que más lo tenían eran aquellas con infarto al miocardio u otra enfermedad vascular. Mientras que aquellas que presentaban angina de pecho tenían un riesgo moderado de demencia. (2) Recordemos que la pérdida de estrógenos durante la menopausia aumenta el riesgo de desarrollar problemas cardíacos en la mujer, debido al papel protector de esta hormona, que a partir de esa etapa deja de estar presente en abundancia. (3)
Los factores de riesgo: siempre los mismos
Si revisas con frecuencia nuestros blogs, quizás te cansa leer que casi siempre los factores de riesgo de la mayoría de nuestros males son los mismos: presión alta, prediabetes, diabetes, exceso de peso, inactividad y alimentación inadecuada. Lamentamos decirte que no inventamos esa fórmula y, como leíste más arriba, es precisamente lo que causa la mayor cantidad de problemas de salud, especialmente para los hispanos y de manera aumentada, para las mujeres. Y este caso no es la excepción, ya que el estudio WHIMS demostró que aspectos como la hipertensión y la diabetes aumentan la posibilidad de deteriorar la mente y sus funciones, incluso en mujeres que no padecen enfermedad cardíaca. Y entre ambos factores, el que mostró peores resultados es la diabetes. (2)
Estos datos son para tener en cuenta, ya que siempre se menciona la importancia de controlar los lípidos, como colesterol LDL (malo) y triglicéridos para mantener la mente sana. Pero, como podemos ver, estos otros aspectos también incrementan la posibilidad de pavimentar el camino a la demencia, que causa tanto dolor en nuestras familias.
El poder de la prevención
El lado amable de todo esto es que esos mismos factores de riesgo son aspectos que podemos evitar, pues tenemos suficiente evidencia que nos pone las cartas sobre la mesa: ordenando nuestros hábitos HOY podemos tener mejor calidad de vida mañana, pues finalmente, “matamos varios pájaros de un tiro”. Controlar nuestros niveles de lípidos, nuestro peso, nuestra presión arterial y nuestra azúcar favorece la salud cardíaca y la de nuestro cerebro. (4) (5)
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Además de preocuparnos por esos aspectos, suplementar de manera correcta puede ayudar. Los aceites Omega 3 son uno de los mejores aportes, ya que el ácido docosahexaenoico o DHA, el ácido graso omega-3 más importante presente tanto en el cerebro como en el corazón, es vital para mantener las funciones de ambos órganos. De hecho, existe una relación directa en su disminución en pacientes con Alzheimer, así como en personas sanas que muestran deterioro cognitivo y en problemas coronarios. Mientras que elevar su nivel en el organismo ayuda a bajar los triglicéridos y aumenta el colesterol HDL o bueno, entre otras cosas. Aspectos que ya sabemos que también ayudan a nuestro cerebro, mejorando el aprendizaje y la memoria, especialmente a medida que envejecemos. (6)
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Otro suplemento que puede colaborar es el nopal, ya que se ha estudiado su papel ayudando a disminuir a través de su fibra y otros componentes los problemas relacionados al síndrome metabólico, especialmente la diabetes, que como vimos, tiene enorme peso en el deterioro cognitivo. (7)
Habla con tu médico para buscar la manera “integral” de prevenir y tratar los factores de riesgo, con la meta de lograr el mayor bienestar de tu cerebro y de tu corazón a largo plazo.
Seamos más saludables, juntos.
Tu equipo Santo Remedio