Una toxina menos, un paso más cerca de tu ideal
Los excesos generan una avalancha de problemas en nuestra salud, muchos de los cuales aparecen después de años de maltratar nuestro cuerpo y nuestra mente. Y no sólo se refieren al uso de drogas, tabaco o alcohol. Las toxinas también entran al organismo en forma de medicamentos, azúcar refinada, harinas procesadas, conservantes químicos, situaciones, emociones e incluso, personas.
La profesora Nancy Chin, que es una antropóloga experta en las relaciones que existen entre sociedad, cultura, psicología y salud, junto al Departamento de Medicina Preventiva y Comunitaria de la Universidad de Rochester, Rochester, Nueva York, explicó en un artículo publicado el 2010 cómo los diferentes tipos de toxinas interrumpen nuestro proceso biológico normal. Aunque su escrito estaba enfocado principalmente en la influencia de las toxinas en el proceso de lactogénesis (secreción de leche materna y lactancia) la información explica la manera en que las diversas formas tóxicas alteran nuestra salud en general.
La doctora Chin, señala la diferencia entre toxinas sociales, emocionales y físicas.
- Toxinas sociales tales como el desempleo, falta de acceso a la educación o la seguridad.
- Toxinas emocionales como el miedo y la incertidumbre, entre muchas otras.
- Y toxinas físicas como hormonas, químicos, drogas, pesticidas, etc.
Todas ejercen efectos en nuestra salud. Por ejemplo, una vez que surgen situaciones como pérdida del trabajo (toxina social), comenzamos a manifestar estrés, debido a la incertidumbre y el miedo de cómo enfrentaremos el futuro (toxinas emocionales). El estrés comienza a desencadenar otros comportamientos y emociones negativas como la ansiedad, que nos lleva a comer impulsivamente, a fumar o a tratar de evadir los problemas usando medicamentos, alcohol o drogas (toxinas físicas), las cuales finalmente nos causan una serie de problemas y enfermedades, que pueden llegar a ser graves o, en el peor de los casos, mortales.
Cambiar lo que se puede… ¡y dejar ir el resto!
Nos guste o no, siempre vamos a estar expuestos a toxinas de todo tipo. Y muchas de éstas, como las sociales, no dependen exclusivamente de nosotros, por lo tanto, no hay manera de controlarlas. Pueden ocurrir por cualquier motivo. Sin embargo, tenemos la posibilidad de prevenir y eliminar una parte considerable de las toxinas emocionales y físicas, de tal manera, que cuando estemos sometidos a aquellas que son “inevitables”, tengamos la fortaleza tanto física como interior para enfrentarlas de la mejor forma posible, a fin de que no causen estragos en nosotros.
¿Cómo liberarnos de las toxinas sociales?
Es cierto, aquellas situaciones sociales que se vuelven tóxicas a nivel general, como un momento político complicado, una pandemia, una crisis económica, no las podemos prever. Pero sí podemos hacer mucho por ejemplo, para no dar espacio a que las personas, noticias y lugares tóxicos entren en nosotros. Las personas que tienden a ser “el paño de lágrimas” de la familia y de su círculo cercano, suelen ser también las que más se deterioran físicamente, porque viven cargadas de emociones, de tristeza y de problemas ajenos. Lo mismo ocurre con aquellas que se pasan conectadas a las malas noticias, porque terminan arrastradas emocionalmente al pesimismo y la depresión.
Para eso:
- Comienza por hacer un “detox social” intentando limpiarte de todo aquello que sientes que te afecta emocional o anímicamente.
- Si te das cuenta que hay personas que te generan una sensación desagradable ¡evítalas! No importa si son parte de tu círculo. Comienza a ser más selectivo, pensando siempre en el efecto que generan en ti.
- El mismo ejercicio puedes hacer con lo que ves en la televisión, las actividades que realizas para entretenerte, el tiempo que le dedicas a las redes sociales, etc. Elimina todo aquello que te quita energía y ganas de seguir hacia adelante.
¿Cómo liberarnos de las toxinas emocionales?
Un artículo investigativo realizado por la Universidad de Arizona, publicado el 2014, mostró que aquellas personas que durante los primeros años de su infancia experimentaron estrés tóxico corren el riesgo de sufrir efectos adversos en su salud a largo plazo. El artículo describe los efectos, así como los factores de vulnerabilidad, de resiliencia, la respuesta de relajación, y cómo la prevención y el tratamiento del estrés tóxico puede hacer la diferencia.
Para eso:
- La primera opción siempre es buscar ayuda profesional que ayude a guiar y desarrollar un trabajo interior consistente que vaya “limpiando” todos aquellos recuerdos o historias que causan heridas emocionales.
- También hay medidas más sencillas que pueden complementarse o ser esa base para empezar a desintoxicarse emocionalmente. Por ejemplo, buscando literatura especializada en traumas y en cómo enfrentar los problemas. Escoge alternativas que estén respaldadas por médicos y especialistas en salud mental y emocional.
- Lee también historias inspiradoras, que muevan en ti las herramientas “no tangibles” como el positivismo y la resiliencia.
- Internet siempre puede ser una herramienta positiva para encontrar videos de motivación, ejercicios de relajación, frases inspiradoras, etc.
- Dibuja, pinta, baila, realiza cualquier actividad que promueva y active tus endorfinas, pues mientras más llenamos nuestro interior de buenas emociones, menos espacio hay para lo tóxico.
¿Cómo liberarnos de las toxinas físicas?
Aquí es donde más expuesto estás, pero es, de la misma manera, donde puedes tomar mayor control. Por ejemplo, sustancias químicas como plaguicidas, que se usan principalmente en el cuidado de las plantaciones agrícolas, quedan presentes en muchos de nuestros alimentos. Sucede lo mismo con los químicos que usamos en casa para combatir insectos. Distintos estudios, como uno realizado por la Facultad de Ciencias de la Salud, de la Universidad RMIT, de Victoria, Australia, sugieren que los pesticidas pueden tener efectos neurológicos, mentales y reproductivos, así como estar relacionados con diversas enfermedades, incluido el cáncer.
Para eso:
- En la medida de lo posible, escoge alimentos orgánicos ya que la exposición a químicos es menor. Si no puedes acceder a estos productos, toma mayor precaución con los alimentos regulares, lavándolos bien o quitándoles la piel cuando sea preciso.
- Opta por alimentos sin procesar. No te decimos que “debas” comer sólo productos frescos (¡nos encantaría!), pero intenta que sea la mayor cantidad posible. Esto, porque los productos procesados contienen diversas sustancias químicas que se van acumulando en el cuerpo. Hay una regla básica muy usada por los médicos y expertos en nutrición que apuestan por lo natural: si la lista de ingredientes de un producto, contiene nombres difíciles de pronunciar, ¡quítalo de tu canasta de compras!
- También puedes minimizar la exposición a sustancias que ingresan a través de tu piel y mucosas cambiando paulatinamente los productos de aseo personal que contienen demasiados químicos por opciones más naturales. En la actualidad hay decenas de alternativas en prácticamente todas las tiendas y los precios son muy similares. Cambiando algunos como el desodorante o champú, ya puedes hacer una diferencia en tu organismo.
- Haz una lista de productos que estás usando o consumiendo y que sabes, a ciencia cierta, que no representan ningún beneficio para tu salud: cigarrillos, alcohol, golosinas, azúcar, medicamentos autorecetados, etc. Quita al menos uno o empieza a reducir su uso. Verás que en cuestión de días sientes el cambio en ti.
- Agrega a tu dieta diaria productos y suplementos que te ayuden a limpiar tu organismo. Bebe más agua, té verde, infusión de menta, de raíz de regaliz o canela para ayudarte a eliminar las toxinas. También puedes encontrar en nuestra línea Santo Remedio algunas opciones como el té de Flor de Jamaica y el nopal que pueden colaborar depurando tu cuerpo, mejorando tu digestión y eliminando el exceso de grasa y azúcar.
No podemos vivir en una burbuja libre de todas las toxinas, pero siempre podemos tomar mejores elecciones que nos ayuden a eliminar unas cuantas.
Tus amigos de Santo Remedio