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Los Estados Emocionales tras la Pandemia

Los Estados Emocionales tras la Pandemia

¿Sientes que estás dejando que los días pasen, sin ninguna motivación? No es que te sientas triste ni deprimida, pero tampoco exudas una emoción que contagie al mundo. Puede ser que, incluso, tengas la voluntad suficiente para ejercitarte y mantener tu rutina saludable, pero no hay mayor brillo en tus días. Ni siquiera las buenas noticias sobre el posible retorno veraniego a la “casi” normalidad te entusiasma. ¿Te ha pasado esto últimamente? Pues no estás sola.

Se ha hablado mucho del aumento de trastornos mentales debido a la pandemia. Se ha visto que hay mayor depresión, estrés y ansiedad. Pero no todos los expertos en salud mental creen que se pueden poner los trastornos psicológicos “post-covid” en la misma bolsa. Algunos hablan de aburrimiento y también hay una definición que, aunque no es nueva, ha comenzado a sonar con fuerza: la languidez o languidecimiento, esa sensación de estar estancados en el lodo o en un limbo, sin un propósito que nos motive a sacudirnos, avanzar y prosperar. Pero lo más importante: todos esos estados, se pueden superar con la ayuda profesional adecuada.

No todo es depresión

Es bueno saber que no siempre estamos sufriendo de depresión por el hecho de no sentirnos plenos ni de responder de la misma manera (1). En cada uno de nosotros existe un vaivén de emociones o, dicho de otra manera, “niveles” emocionales.

A mediados de la década de 1990 un grupo de expertos en salud mental comenzó a hablar de esto, que es básicamente un vacío, a veces difícil de explicar, en el cual no se está mal, pero tampoco rebosante de felicidad (2). Es básicamente un punto intermedio entre los extremos: la depresión por un lado y el bienestar pleno por el otro, que es el momento en que podemos expandir nuestros horizontes, planificar, crear metas y lograr propósitos, en conexión con los demás.

Mencionaban la palabra flourishing o florecimiento, como una medida de la salud mental positiva y bienestar general en un adulto. Al otro extremo, estaría languishing o languidez, que sin tratarse de depresión, está más cercana a la ausencia de salud mental (2). Esas conclusiones no fueron al azar, sino en base a un estudio realizado en Estados Unidos en 1995, en el que se midió la salud mental en adultos de 25 a 74 años, de acuerdo a los síntomas de las emociones y formas de actuar frente a las circunstancias, dentro de los cuales hay niveles o escalas. Según ese reporte, cuando una persona no logra superar la languidez, puede estar creando el ambiente perfecto para el deterioro de la salud mental a futuro.

Esto ocurre, porque cuando estamos en ese estado de indiferencia o vacío hay efectos como la disminución de la concentración, de la productividad y de las actividades sociales, entre otros, que pueden aumentar las posibilidades de desarrollar depresión (2). De hecho, entre las conclusiones de la investigación, un adulto en este estado de languidez tiene el doble de posibilidades de sufrir de depresión que una persona moderadamente sana a nivel mental y seis veces más probabilidades que una persona en su máxima capacidad durante el florecimiento (2).

Para entenderlo más fácilmente podemos compararlo con nuestro sistema inmune. Si nuestra inmunidad está baja, es más fácil que nos enfermemos a corto o mediano plazo. Lo mismo ocurre a nivel mental. Estar en ese “limbo emocional”, nos puede dejar más vulnerables a que las situaciones ambientales, personales o sociales nos impacten de manera más profunda. Y el estado de nuestra salud mental también influye muchísimo en la capacidad de respuesta física que tenemos.

En el Hospital Universitario Korle-Bu de Ghana se realizó un diseño de encuesta para recolectar los datos de pacientes adultos con un tipo de anemia y su salud mental, utilizando precisamente esa escala para medir creada en 1995. Los resultados mostraron que la mayoría de las personas que desarrollaban una mejor calidad de vida se encontraban en ese estado mental de florecimiento (3).

Esa podría ser una de las explicaciones por las que algunos seres humanos logran superar de mejor manera los momentos difíciles de la vida, contar con resiliencia y ver “el vaso medio lleno” cuando lo necesitan.

Cómo apoyar nuestra mente para salir del estancamiento

Sabemos que la salud mental es tan importante como la física. Y debe ser tratada por profesionales. La mayor cantidad de desenlaces tristes en casos de depresión, por ejemplo, se debe a una falta de atención profesional a tiempo. De la misma manera en que vamos al odontólogo si nos duele un diente o al cardiólogo para revisar nuestro corazón, debemos tratar lo que pasa en nuestro "centro de comando”.

En 2010 la revista Americana de Salud Pública (AJPH) presentó los resultados de un estudio, liderado por el mismo equipo de 1995, donde se comparó la data mencionada anteriormente y otra del 2005 (4). Pudieron comprobar que aunque los diferentes niveles de salud mental como depresión, pánico o ansiedad generalizada seguían ocurriendo, también pueden modificarse, son dinámicos y sobre todo, que la ayuda correcta, en el momento indicado puede hacer mucho por nuestra mente.

  • Un profesional nos puede orientar sobre qué medidas concretas podemos tomar para reactivar nuestro ánimo, buscar nuevas formas de crecimiento, integración y relación social, entre otras, que nos ayuden a salir del estancamiento emocional.

  • También podemos apoyarnos con suplementos naturales que colaboren con el manejo del estrés como ashwagandha (5). Y otros que nos apoyen desde el punto de vista de la energía como la coenzima Q10 o CoQ10, el ginseng o la maca. (6,7,8)

  • Paralelamente podemos ayudarnos con actividad física, buscando opciones novedosas para ejercitarnos y aumentar de forma natural la serotonina en nuestro cerebro, que nos genere esa sensación de bienestar.(9)

  • Podemos participar de grupos o actividades de apoyo, que sean acordes a nuestros intereses o que representen un pequeño desafío que vuelva a generar esa emoción tan esquiva.

Somos sobrevivientes de una parte importante de la historia de la humanidad. Eso ya nos convierte en héroes y heroínas. Poco a poco iremos rearmando lo que éramos e idealmente, creando una mejor versión. Es cuestión de tiempo. A fin de cuentas, todos estamos en algún punto en común, batallando por volver a florecer.

Seamos más saludables, juntos.

Tu equipo Santo Remedio.

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