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¿Qué es en realidad el famoso sistema inmunitario? ¿Cómo apoyarlo?

¿Qué es en realidad el famoso sistema inmunitario? ¿Cómo apoyarlo?

Lo mencionamos a cada momento, especialmente cuando nos falla. Lo vemos escrito por todos lados y durante esta pandemia ha sido el gran protagonista de nuestra supervivencia… Pero, ¿sabes realmente qué es? Calma, relax… A la mayoría de las personas le sucede lo mismo: hablan de este pero ni idea dónde está o qué es verdaderamente. Por eso vamos a contarte de qué se trata para que sepas cómo cuidarlo mejor.

¿Inmune, inmunológico o inmunitario?

Seguramente también te has confundido con el nombre. En realidad es “inmunitario”, pero por razones de uso común ya se aceptan los otros dos. Lo realmente importante es que no se trata de un órgano en particular que se lleva toda la carga de nuestra capacidad defensiva, sino de una compleja red. De partida, tiene dos partes: Sistema inmunitario innato y sistema inmunitario adaptativo, que trabajan en conjunto para combatir no solo virus, también bacterias, parásitos, hongos y toxinas. (1)

  • El innato es el sistema de respuesta que heredamos y con el que nacemos. Se encarga de producir la primera línea de defensa ante los organismos invasores o patógenos. Es como un guardia de seguridad que, cuando entra un microorganismo peligroso al cuerpo, lo reconoce y lo atrapa para eliminarlo dentro del mismo sistema, con la ayuda de las células llamadas fagocitos. (2)

  • El adaptativo, en cambio, es el sistema que adquirimos cuando estamos expuestos a microbios y a sus sustancias químicas. Una vez que nuestra primera línea defensiva hizo su trabajo, este sistema llama a “la policía, Guardia Nacional y militares”, produciendo los famosos “anticuerpos”, que son células que se encargan de responder ante los invasores. Los linfocitos B son los encargados de crear estos anticuerpos. Una vez que lo hacen, ya no se encuentran desprevenidos y la próxima vez que identifiquen a los invasores, podrán defendernos mejor. Ese es precisamente el efecto que provocan las vacunas tradicionalmente en nuestro cuerpo. Reciben una cuota pequeña de “invasores”, activan los anticuerpos y eso entrena al cuerpo para que, si recibe una carga mayor de patógenos como son los virus (como ocurre en el caso de una infección), puedan reaccionar y eliminarlos con más facilidad.

¿De qué está formado nuestro sistema inmunitario?

Está formado por células, tejidos y proteínas individuales, así como por órganos especializados y sistemas de órganos completos, tales como: (3)

  • Piel, adenoides, médula ósea, ganglios linfáticos, vasos linfáticos, placas de Peyer del intestino delgado, bazo, timo y amígdalas.

Todos estos están conectados y trabajan como un solo equipo. Por ejemplo, en la médula ósea de los huesos es donde se crean la mayoría de células inmunitarias (4). O, cuando sientes un ganglio linfático inflamado, puede que no tengas ningún otro síntoma pero esto quiere decir que tu cuerpo está combatiendo algún invasor, pues esa inflamación es una respuesta inmunitaria.

¿Cómo apoyar a nuestra fortaleza?

El sistema inmunitario no es el mismo durante toda nuestra vida, ya que va modificándose, fortaleciéndose o debilitándose. Existen enfermedades autoinmunes mayormente relacionadas a la inflamación crónica que lo pueden atacar o bien, lo hacemos con nuestro estilo de vida, sometiéndolo a excesos como el cigarrillo, mala alimentación, falta de ejercicio o toxinas. De ahí la importancia de hacer todo lo posible por apoyarlo.

  • La mayor parte de las investigaciones muestra que una respuesta inmune óptima tiene mucho que ver con nuestra nutrición (5). El contar con el adecuado abastecimiento de proteínas es fundamental para poder producir anticuerpos. Así como un buen nivel de micronutrientes, como la vitamina A o el zinc, para disminuir el riesgo de infección, de inflamación y estrés oxidativo, que afectan nuestras defensas.

  • Mientras que vitaminas como la vitamina C, vitamina E y fitoquímicos como carotenoides y polifenoles apoyan la capacidad antiinflamatoria y antioxidante.

  • La vitamina D, por su parte, puede ayudar a frenar la infección celular viral. Y algo de lo que poco se habla, es que la fibra dietética también es fundamental, para apoyar la inmunidad ya que, al fermentarse con la microbiota intestinal y ácidos grasos de cadena corta, produce efectos antiinflamatorios. Mientras los probióticos activan las células T y modulan la microbiota intestinal, disminuyendo los patógenos, entre otras cosas. (6)

  • El ginseng también es un suplemento que ha mostrado en diversas investigaciones que apoya y regula el sistema inmunológico, al fortalecer cada tipo de células inmunes, incluyendo las células T y las células B. También tiene efectos positivos en el control de enfermedades inflamatorias e infecciones microbianas. (7)

Lo más importante: recuerda que tu sistema inmunitario es una red, de partes interconectadas, donde cada pieza es importante y cuidarlas, es tu tarea en esta ecuación.

Seamos más saludables, juntos.

Tu equipo Santo Remedio.

 

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